domingo, 21 de agosto de 2011

Errores fundamentales del modelo neoliberal

Un modelo es una simplificación de la realidad que ayuda a comprenderla. El modelo siempre es más sencillo que la realidad que pretende explicar, pues de lo contrario sería inútil; si fuese tan complejo como la realidad misma podríamos estudiar ésta directamente. Así, para construir un modelo se determinan cuáles son las variables más influyentes y se considera que las demás permanecen constantes. Esto lo expresan los economistas con la expresión latina ceteris paribus, de modo que cuando dicen, por ejemplo, que el precio depende de la oferta y la demanda ceteris paribus no significa que no existan otros factores, sino que se ignoran por considerarlos de menor relevancia y para no hacer inútilmente complejo el modelo.

Al construir un modelo podemos cometer dos grandes tipos de errores. Podemos equivocarnos al formular las relaciones entre las variables consideradas, o bien al determinar las variables a considerar. En el segundo supuesto se puede errar de dos maneras, por incluir alguna variable poco relevante o, lo que es más grave, por excluir alguna esencial. El resultado, naturalmente, será que los resultados predichos por el modelo no se ajustarán a la realidad y será necesario revisarlo.

También podemos cometer otra categoría de error, no en la construcción del modelo, sino en su valoración: tomar un modelo explicativo por una ley inexorable. Esto suele ser cierto cuando se trata de fenómenos físicos como la gravitación (y aún ésta tuvo que ser revisada por la teoría de la relatividad), pero rara vez es cierto cuando se trata de fenómenos humanos.

Esta introducción, que no pretende tener ningún rigor científico, no tiene otro objeto que explicar algunos de los errores fundamentales de los  que adolece, en mi opinión, el modelo económico neoliberal. Y utilizo la palabra fundamentales en el sentido de que afectan a sus mismos fundamentos y, por lo tanto, lo invalidan.

Simplificadamente, el núcleo del modelo neoliberal es la afirmación de que cuando los individuos buscan su propio beneficio individual, los recursos se asignan de modo eficiente y se obtiene el bien común. Esto lo derivan de la suposición de que el individuo está dispuesto a pagar por la adquisición de aquellos bienes que le satisfacen y, por el contrario, si no está dispuesto a pagar por un bien un determinado precio es porque prefiere emplear su dinero en adquirir otro bien que le reporta mayor satisfacción. La conclusión que extraen es que el Estado no debe intervenir en el mercado ya que éste se regula por sí mismo y cualquier intervención estatal será ineficiente.

La teoría del Estado mínimo es consustancial al neoliberalismo. Sin embargo no lo llevan a su verdadera conclusión lógica, que no sería el Estado mínimo sino la ausencia de Estado. Ningún neoliberal quiere realmente destruir el Estado porque, además de garantizar la propiedad es necesario, dicen, para garantizar que los individuos operan libremente. Es decir, que no existan asociacionismos que alteren el mercado.

Y aquí aparece el primer error fundamental del neoliberalismo. Al elaborar su modelo omitieron un hecho básico: que el ser humano es un ser social. Es ésta una verdad evidente y conocida desde la antigüedad de la que los neoliberales prescinden. Una sociedad no es una mera agregación de individuos, y tanto es así que históricamente numerosos y prestigiosos pensadores han afirmado que sólo en sociedad alcanza el hombre su plena humanidad. Aislados de la sociedad y privados por tanto de la cultura y hasta del lenguaje en poco o en nada nos diferenciamos del resto de grandes primates. La sociabilidad humana es una variable tan esencial que todo modelo que la ignore está viciado en sus mismos fundamentos.

El propio Estado es una forma compleja de la sociabilidad humana, una forma de asociacionismo a la que los neoliberales deberían ser contrarios. El mismo hecho de que no puedan prescindir de él y lo consideren necesario como garante del buen funcionamiento del mercado debería bastar para demostrarles que en su modelo falta un dato esencial.

El segundo gran error es de valoración del modelo, que confunden con leyes universales e inexorables. Por ejemplo, afirman que cuando en el mercado de trabajo, que para ellos no es diferente de cualquier otro, existe un salario mínimo por encima del precio de equilibrio se produce desempleo. Y eso es cierto, lo falso es la conclusión que derivan de ello: que no debe existir salario mínimo. Dejando aparte que si realmente fuera una ley inexorable intentar establecer un salario mínimo sería inútil, es ignorar que existen otras alternativas como actuar sobre la misma oferta o la demanda, por mencionar solo lo más evidente.

Tal vez por eso nunca revisan su modelo. Es una máxima generalmente aceptada que cuando la teoría no concuerda con los hechos hay que revisar la teoría. Esta sabia máxima tiene su variante humorística: si los hechos contradicen a la teoría hay que cambiar los hechos.

Esto último, cambiar los hechos, es lo que siempre han intentado hacer los partidarios de este modelo. En sus orígenes intentaron prohibir toda forma de asociacionismo obrero tipificándolo como delito; cuando se vio que era inútil pasaron a tolerar las sociedades de ayuda mutua, y solo cuando se vieron obligados por las revoluciones acabaron aceptando los sindicatos.

Todos sus intentos de cambiar los hechos se dieron de bruces con la realidad de la naturaleza social del hombre. Aún así se niegan a aceptar la necesidad de revisar su fe (porque no se la puede llamar de otro modo) y desde hace ya algún tiempo vuelven a su terco intento de imponer un modelo que nos llevará al desastre. La realidad es aún más terca y acabará demostrándoles una vez más su error. Lo malo es que mientras tanto todos pagaremos las consecuencias de su ceguera.


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